La depresión en ancianos suele pasar desapercibida, ya que sus síntomas pueden confundirse con signos normales del envejecimiento. Esta omisión puede derivar en falta de apoyo y tratamiento adecuados. Aquí discutiremos cómo identificar la depresión en ancianos, por qué suele no reconocerse y la importancia de actuar ante sus señales.
Síntomas de la Depresión
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Cambios de humor: Tristeza, ansiedad o desesperanza persistentes (semanas/meses).
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Pérdida de interés: Desinterés en hobbies, socialización o actividades que antes disfrutaban.
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Cambios físicos: Aumento/pérdida de peso significativa, alteraciones del apetito o sueño (insomnio/exceso).
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Cambios cognitivos: Dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones.
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Aislamiento social: Evitar contacto con familiares/amigos.
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Quejas físicas: Dolor crónico, fatiga o problemas gastrointestinales sin causa médica clara.
Por Qué Prestar Atención a los Síntomas
La depresión no tratada empeora la salud física, aumenta el riesgo de suicidio y reduce la calidad de vida. El estigma en torno a la salud mental dificulta que los ancianos busquen ayuda por sí mismos, creyendo que sus sentimientos son “normales” en la vejez.
Cómo Ayudar
Si detecta señales de depresión en un ser querido:
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Inicie una conversación con empatía y sin juicios.
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Anímelo a consultar a un profesional de la salud.
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Ofrezca recursos: terapia, grupos de apoyo o programas comunitarios.
Conclusión
Reconocer la depresión es el primer paso hacia la recuperación. El apoyo de seres queridos rompe el estigma y recuerda que la salud mental es tan importante como la física.